Las páginas de historia de las tierras donde hoy se asienta la ciudad de Vigo y su comarca están escritas desde las primeras huellas del hombre en Galicia.
El proceso de romanización del territorio vigués se consolida a partir de la primera centuria de nuestra era, aunque los primeros contactos datan del siglo II a.C. Esta etapa histórica no consistió en una “conquista” por parte de Roma del espacio galaico sino más bien en un proceso de integración progresiva. La organización social del pueblo que habitaba el territorio de Vigo y al que Plinio llamó los “Heleni”, parece que fue perfectamente tolerada por Roma.
La apertura de nuevas rutas, sobre todo terrestres, derivadas del nacimiento de las vías romanas –como la próxima vía XIX–, hacen posible un aumento demográfico y económico y una mayor complejidad social. El Castro de Vigo se considera la principal concentración de población indígena, alrededor de la cual, poco a poco, se fue configurando un vicus con población autóctona y gentes llegadas del resto del Imperio. Este Castro, que queda prácticamente abandonado a mediados del siglo I de nuestra era, puede ser consideraro como el origen directo de nuestra ciudad.
Algunas huellas del pasado galaicorromano de la ciudad son los restos de industrias de salazón en el área del Berbés así como las salinas de planta rectangular y la gran cantidad de fragmentos de ánforas vinarias y cerámicas romanas, como las sixilatas. Las numerosas ánforas procedentes de los restos de posibles naufragios en la ría y recuperadas en el lecho marino nos hablan del auge del comercio marítimo. Asimismo, el litoral de la comarca aparece salpicado de las “villae”, unidades unifamiliares de modelo típicamente romano, diseñadas para el aprovechamiento del medio y elaboración de productos, con viviendas con más comodidades y lujo. De estas nuevas formas de asentamiento tenemos testigos en el Areal en Coia, Sobreira y Toralla en Oia, O Cocho y Fiunchal en Alcabre y Ríos en Teis.
Toda esta actividad comercial motivada por la producción de estas factorías hace que cobren importancia las instalaciones portuarias de la zona del Areal, base de salida de estos productos y de llegada de otros bienes desde todo el imperio romano. Por lo tanto se puede decir que tanto las actividades comercial y portuaria como el sector agrícola y la pesca están en el origen del nacimiento de la ciudad de Vigo.
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